lunes, 26 de diciembre de 2011

Misericordia absoluta e incomparable

Lucas 6:36 Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso. (LBLA)
Cada vez que abrimos los ojos por la mañana al despertar, recibimos una buena señal de la misericordia de Dios hacia nosotros. El oxígeno que recibimos en nuestros pulmones es un regalo que nos habla de las oportunidades que nos son dadas sin cobro alguno. En cada aliento, en cada bocanada de aire absorbemos amor y gracia inmerecida de parte de Dios, un perdón a cambio de cada ofensa, a cambio de nuestro pecado continuo delante de El. Porque entonces no ser misericordiosos? A pesar que nuestra misericordia no se compara a la de Dios, debemos ejecutar la que nos ha sido dada, ejercitarla tanto como podamos con nuestros semejantes. (PS)

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